Daily Word of Encouragement 5.10.25 - Joe Newton

A Study in 1 Samuel - 1 Samuel 10 - May 10, 2025 

Imagine for a moment that you have had the unbelievable privilege of being led throughout your life by God Himself. Pretty amazing, right? Now imagine you look at everyone around you and notice they have a physical person leading their lives, and you think, “Hmm, how come I don’t have a person leading me?” So, you do the unthinkable – you ask for a human leader instead of being led by God. Seems far-fetched, I know, but that’s exactly what the nation of Israel did in 1 Samuel 9. In chapter 10, we see Saul being anointed in a private ceremony with the prophet Samuel. Samuel tells Saul that three things would happen on his way home (remember, Saul was out looking for his father’s lost donkeys). 1. He would meet two men by Rachel’s Tomb that would tell him his father’s donkeys have been found (vs. 2), 2. He would be offered two loaves of bread from three men at the oak of Tabor (vss. 3-4). The last thing was that he would meet a group of prophets in Gibeath-elohim (Bethel), and he would be “changed into another man” and begin prophesying with them (vss. 5-6). 

All these things happened exactly as Samuel said they would, which should have given Saul a boost of confidence that God would be with him and guide him. But then it comes time to announce Saul as king to the people. Samuel gathers all the tribes together, but when it is time to introduce Saul as their king, he’s nowhere to be found! Then we come to verse 22. So they inquired again of the LORD, “Is there a man still to come?” and the LORD said, “Behold, he has hidden himself among the baggage.” Saul was literally hiding in fear from the duties he was selected to do. Now, if I’m being honest, I would really like to criticize Saul for his lack of trust in God and shying away from the duties he was called to do. But I can’t. I can’t because too often I’m just like he was. Too many times in my life, I can look back at opportunities God placed in my path to share Him with someone, or be a blessing to someone, and I didn’t take them. I missed. Maybe I wasn’t hiding behind someone’s personal belongings, but maybe out of fear of rejection, I let the moment pass. I was like Saul at the end of the chapter when it says he “held his peace” (vs. 27) 

Friend, are you more like Saul than you care to admit? Me too! Instead, we should be more like King Jesus. Jesus never shied away from His duties – not even death on a cross. Jesus relied on His Father and had an unwavering trust in Him. So should we. I pray you and I can experience that every day. 

Palabra diaria de aliento basada en la lectura de hoy     

Un estudio de 1 Samuel - 1 Samuel 10 - 10 de mayo de 2025 

Imagina por un momento que has tenido el increíble privilegio de ser guiado a lo largo de tu vida por Dios mismo. Es increíble, ¿verdad? Ahora imagina que miras a todos los que te rodean y te das cuenta de que tienen a una persona física que guía sus vidas, y piensas: «Hmm, ¿por qué yo no tengo a nadie que me guíe?». Entonces, haces lo impensable: pides un líder humano en lugar de ser guiado por Dios. Sé que parece descabellado, pero eso es exactamente lo que hizo la nación de Israel en 1 Samuel 9. En el capítulo 10, vemos a Saúl siendo ungido en una ceremonia privada con el profeta Samuel. Samuel le dice a Saúl que tres cosas sucederán en su camino a casa (recuerda, Saúl estaba buscando los asnos perdidos de su padre). 1. Se encontraría con dos hombres junto al sepulcro de Raquel que le dirían que habían encontrado los asnos de su padre (v. 2). 2. Tres hombres le ofrecerían dos panes en el roble de Tabor (vv. 3-4). Lo último era que se encontraría con un grupo de profetas en Gabaa de los Dioses (Betel), y sería «cambiado en otro hombre» y comenzaría a profetizar con ellos (vs. 5-6). 

Todas estas cosas sucedieron exactamente como Samuel había dicho, lo que debería haber dado a Saúl un impulso de confianza en que Dios estaría con él y lo guiaría. Pero entonces llega el momento de anunciar a Saúl como rey ante el pueblo. Samuel reunió a todas las tribus, pero cuando llegó el momento de presentar a Saúl como su rey, ¡no lo encontraron por ninguna parte! Entonces llegamos al versículo 22. «Volvieron a consultar a la Señor: «¿Hay todavía algún hombre que no haya venido?» Y el Señor respondió: «Atrás, entre el equipaje, está el que debe venir»». Saúl se había escondido literalmente, temeroso de las obligaciones que se le habían encomendado. Ahora bien, si soy sincero, me gustaría criticar a Saúl por su falta de confianza en Dios y por rehuir las tareas que se le habían encomendado. Pero no puedo. No puedo porque, con demasiada frecuencia, yo soy igual que él. Muchas veces en mi vida, puedo mirar atrás y ver las oportunidades que Dios puso en mi camino para compartirle con alguien o para ser una bendición para alguien, y no las aproveché. Las dejé pasar. Quizás no me escondí detrás de las pertenencias personales de alguien, pero quizás por miedo al rechazo, dejé pasar el momento. Fui como Saúl al final del capítulo, cuando dice que «guardó silencio» (v. 27). 

Amigo, ¿te pareces más a Saúl de lo que quieres admitir? ¡Yo también! En cambio, deberíamos ser más como el rey Jesús. Jesús nunca rehuyó sus deberes, ni siquiera la muerte en la cruz. Jesús confió en su Padre y tuvo una fe inquebrantable en Él. Nosotros también deberíamos hacerlo. Rezo para que tú y yo podamos experimentar eso cada día.