Daily Word of Encouragement 10.5.25 - TJ Robert

Creation & Foundations - Genesis 3:1-7 - October 5, 2025

Genesis 3:1–7 is the moment everything changed. It’s when sin first entered the world. The serpent twisted God’s words, Adam and Eve doubted God’s goodness, and even though they knew what God had said, they still chose to disobey. And because of that, shame and separation from God became the reality for all of us.

 When I read this passage, my first reaction is often, “ Why would they do that? They knew the consequences!” But then I think about my own life. I know what God says in His Word, and I still choose to do the very things He tells me not to. Adam and Eve’s story isn’t just theirs; it’s mine, too.

 My dad has told me a story about myself since I was too young to remember. Our family was at a Chinese restaurant, and I saw what I thought was a glass of Coke sitting on the table. I begged my dad over and over to let me drink it, but he kept saying, “It’s not Coke—it’s soy sauce. If you drink it, you’ll get sick.” But I wouldn’t let up. I was convinced he was holding something good back from me. Finally, he handed it over, and I chugged it. Of course, I immediately choked and got sick. The thing I thought would make me happy ended up making me miserable. That’s exactly what sin does. We hear God’s warnings, but instead of trusting Him, we think He’s keeping something good from us. So we give in, and every time it leaves us broken and ashamed.

 Genesis 3 makes it clear: the issue isn’t that we don’t know better, it’s that we choose to ignore what God says. We can’t shift the blame, and we can’t excuse it. We need a Savior. And that’s the hope of the gospel. Where Adam failed, Jesus didn’t. He stood firm against temptation, and at the cross, He took on the punishment for our sin so that we could be forgiven and restored. What Adam broke in the garden, Jesus began to set right on the cross.

 We don’t need stronger willpower or better excuses; we need Christ. And the good news is, He’s exactly the Savior we need.

Creación y fundamentos - Génesis 3:1-7 - 5 de octubre de 2025

 Génesis 3:1-7 es el momento en que todo cambió. Es cuando el pecado entró por primera vez en el mundo. La serpiente tergiversó las palabras de Dios, Adán y Eva dudaron de la bondad de Dios y, aunque sabían lo que Dios había dicho, decidieron desobedecer. Y debido a eso, la vergüenza y la separación de Dios se convirtieron en una realidad para todos nosotros.

 Cuando leo este pasaje, mi primera reacción suele ser: «¿Por qué hicieron eso? ¡Sabían las consecuencias!». Pero luego pienso en mi propia vida. Sé lo que Dios dice en Su Palabra, y aun así elijo hacer precisamente lo que Él me dice que no haga. La historia de Adán y Eva no es solo la de ellos; también es la mía.

 Mi padre me ha contado una historia sobre mí mismo desde que era demasiado pequeño para recordarla. Nuestra familia estaba en un restaurante chino y vi lo que pensé que era un vaso de Coca-Cola sobre la mesa. Le rogué a mi padre una y otra vez que me dejara beberlo, pero él seguía diciendo: «No es Coca-Cola, es salsa de soja. Si la bebes, te pondrás enfermo». Pero yo no cejaba en mi empeño. Estaba convencido de que me estaba ocultando algo bueno. Finalmente, me lo dio y me lo bebí de un trago. Por supuesto, inmediatamente me atraganté y me sentí mal. Lo que pensé que me haría feliz terminó haciéndome sentir miserable. Eso es exactamente lo que hace el pecado. Escuchamos las advertencias de Dios, pero en lugar de confiar en Él, pensamos que nos está ocultando algo bueno. Así que cedemos, y cada vez que lo hacemos, nos sentimos destrozados y avergonzados.

 Génesis 3 lo deja claro: el problema no es que no sepamos lo que es mejor, sino que elegimos ignorar lo que Dios dice. No podemos culpar a otros ni excusarnos. Necesitamos un Salvador. Y esa es la esperanza del evangelio. Donde Adán falló, Jesús no lo hizo. Se mantuvo firme ante la tentación y, en la cruz, asumió el castigo por nuestro pecado para que pudiéramos ser perdonados y restaurados. Lo que Adán rompió en el jardín, Jesús comenzó a arreglar en la cruz.

 No necesitamos una voluntad más fuerte ni mejores excusas; necesitamos a Cristo. Y la buena noticia es que Él es exactamente el Salvador que necesitamos.